En la actualidad el ninjutsu se limita al uso de golpes, luxaciones articulares, lanzamientos, derribos y uso de armas tradicionales; buscando formar al individuo, de forma similar al conjunto de las artes marciales tradicionales modernas o gendai budo actual (como el Judo, el Aikido, el karate-Do, el Kendo, etc.) Aunque en los niveles más altos de esta disciplina se realizan seminarios muy exclusivos en Japón acerca de su faceta psicológica, esotérica, uso de venenos y de explosivos.
En realidad, no puede considerarse al antiguo ninjutsu como un arte marcial tradicional más; en el sentido clásico del término, ya que las disciplinas que el ninja debía conocer iban mucho más allá de las técnicas de lucha o de combate con y sin armas. Como ya se ha dicho, la práctica del Ninpo Mikkyo, o prácticas esotéricas, y del Kuji Kiri (corte de nueve sílabas, posiciones místicas con los dedos que canalizan la energía), el cual legendariamente proporcionaba al ninja poderes asombrosos, eran de estudio obligado para los clanes ninja, quienes preferían tácticas de terror y espionaje, mucho más sutiles que el clásico bujusu o arte marcial del samurái.
Sin embargo, es un frecuente error histórico el considerar separadas conceptualmente las técnicas de combate del ninja y del guerrero samurái, dado que aquéllas son una evolución o adaptación de éstas (según ciertos autores). Quizá por culpa del espectáculo cinematográfico y documentales erróneos, se tiende a considerar al ninja como el enemigo del samurái, cuando la realidad apunta a una posible simbiosis que los situaría en más estrecha comunión. Remarquemos que muchos líderes ninja eran a la vez samurái de renombre, que ocultaban su condición clandestina como indicaba la tradición; e inclusive muchos ninja servían como espías, asesinos, e informantes a diferentes clanes feudales.
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